Harri

Francisco Molina Solana. El Cruzado Aragonés. Extra 2013.

Lo conocí en el año 1975, todavía trabajaba en la gestoría; subimos a la oficina con su sobrino,  preparábamos la gala de Santo Tomás, estábamos en la leonera, pero no pasamos del despacho, que separaba con una cortina de lamas rígidas; le pedimos que nos hiciera una composición para la velada que se celebraría en el Teatro Principal. Inmediatamente me ordenó  que me pusiera delante de la máquina de escribir y que mecanografiara cuanto me dictara; un dictado improvisado que requería mucha atención, no  perdonaba la más ligera falta ortográfica, para las otras: las mecanográficas, era muy permisivo. En un instante bajábamos por las escaleras con la composición en el bolsillo. La palabra conductora sobre la que se alcanzaba la rima era Vick Vaporub – sí, aquel ungüento o bálsamo  azulado que se aplicaba sobre el pecho- . De aquella casa me chocaba  la puerta del patio  siempre abierta, creo que por efecto de aquellos años en los que la emisora de Radio Juventud de Barbastro, la gestoría y  después la oficina del Corredor de Comercio, -donde se firmaban pólizas de préstamos y créditos, que no son lo mismo, aunque en caso de impago tengan el mismo efecto demoledor-, exigían un acceso sin dificultad ni preámbulos; también recuerdo los peldaños de madera de la escalera a partir del primer piso; -resultaría difícil subirlas sin ser escuchado-, pensaba.

Cuando estuve en la Línea de la Concepción, casi en la calle Gibraltar, – aquella por la que venía Joselito, en la canción de Raphael-  recibí una carta suya con un elegante membrete al dorso, en el que destacaba su nombre, su profesión y  la ciudad; un sobre de palpable gramaje, como los que utilizaban  los notarios o los cardiólogos notables. “ Paco: la enaneria te escribe entre recuerdos cercanos”…… –durante aquellos años, en el mes de septiembre nos entreteníamos en el bar Victoria al mediodía-  ……”que buenas son la gambas del Victoria, ¡que buenas son, sino dieran picazón! He tenido que prescindir de ellas y de la cerveza porque las noches eran infernales.”  Era septiembre, después de las Fiestas, un mes en el que se disfrutaba del incipiente otoño del Somontano, días de asueto previos al inicio del curso académico, con un Harri fraternal, distendido, incluso diría que algo aletargado.  La carta se interrumpía con: “Me canso. Saludos. Abrazos.”

Ya se ha escrito sobre Enrique Gómez, Harri,  Jarri, o a veces  Harry, aunque él siempre  puntualizó que con i latina; lo han hecho y muy bien, entre otros,  Mariano Gistaín o Manuel Vilas; ahora que me asomo protegido en mi sección: Un instante muchas vidas, me siento en la necesidad de contar. Recuerdo lo sustancial, el ambiente que generaba a su alrededor, cómo narraba sin esfuerzo y con precisión cualquier circunstancia, cómo leía sus cosas: recitando con deliberada entonación nostálgica; cómo la puerta de su casa permanecía siempre abierta, la del patio también, ya lo he dicho; cómo te acogía y te hacía sentar en un sillón, en el que solo podías estar  recostado,  en un sillón cuyo  asiento rozaba el suelo, desde el que escuchabas  con comodidad su conversación, o no, o la conversación que mantenía con los que salían por la  televisión, mientras bebías una cerveza helada en una copa balón casi opaca; desde donde veías su videoteca, ahora ya inútil, por los avances tecnológicos, ¡maldita obsolescencia!  Cinco mil vídeos  de películas grabados con  poca paciencia, nunca la tuvo; ¡su herencia malograda! Eran cifras importantes, como el número de las fichas de la Biblioteca, o las de las reseñas, críticas y films; le gustaba llevar cuentas, sería  fruto  de los años que trabajó en su gestoría, como profesional titulado y colegiado; -me cuesta trabajo imaginar a Harri suscribiendo pólizas de seguros-. De aquella época  conservaba unos cuantos archivadores metálicos de grandes dimensiones, que le servían de caja fuerte; nos hacía demostraciones de su funcionamiento: en el cajón de la F, expediente 89125693; era como cuando probaba la rapidez con la que encontraba un libro en la biblioteca.

La Biblioteca Municipal se inauguró, como era obligado, un 18 de julio, en este caso del año 1950, ocupando los bajos de la entonces llamada: casa de los Argensola. La recuerdo a principios de los setenta  envuelta en una atmósfera algo hostil, alimentada por una férrea disciplina y una decoración rigurosa, casi monacal. Creo que fue en el año 79 cuando, por oposición, Harri se hizo cargo de la Biblioteca Municipal, liberándose definitivamente de la gestoría, su particular tributo. La biblioteca transformada en un local cálido y acogedor, vigilada por la severa mirada de un Joaquín Costa  representado en un cuadro del pintor barbastrense  Tomás Fierro, le proveyó de tranquilidad económica y desarrollo profesional,  hasta su jubilación en el año 1992; hasta ese día disfrutó con su trabajo azuzado por las visitas de sus amigos, su tono vital y la nicotina de los ducados internacional.

Ahora miro y releo la esquela publicada en el Cruzado Aragonés o el recordatorio donde dice, de la forma más aséptica y ortodoxa posible, que falleció el 3 de julio de 1996, sin alusión alguna a su verdadero nombre Harri, sin mención a su talante,  a su genio, a su persona, su verdadera obra. Sin embargo en las esquelas que coleccionada mi vecino José Monterde,  se recogían peculiaridades, en todas ellas, por eso las reunía; eran epitafios perversos, comentarios de esposas aliviadas, referencias profesionales o artísticas, combinaciones de apellidos jocosas, familiares díscolos  …..; tenía un gran número de ellas, pero  el azar jugó su baza, y desaparecieron. Esta familia barcelonesa  llevó una vida singular, sus padres habían  formado un grupo de varietés llamado Les Leoni: notables duetistas  a voz y dicción, que representaban números finos y elegantes, con una rica presentación, como rezaban los anuncios publicitarios; actuaron por todo el país, también lo hicieron en Barbastro, en el Teatro Principal para el día 8 de enero de 1911. Después de la Guerra Civil se trasladan  a nuestra ciudad. Es cuando Ramona, nacida en el Entremuro y esposa  de José Monterde  vivió una ráfaga de vida intensa, en la que  viajó con su marido y sus suegros, cómicos de profesión y viajantes por necesidad,  por todo el país en los años de la posguerra; serán recuerdos, antídotos contra la férula de la edad tardía.

 Where’s Harri? Esta es la pregunta que hicieron unos amigos de París, al entrar en el bar Victoria; nadie supo qué contestar, ni siquiera Cuqui; al cabo entró Harrí:  this is Harri!, this is Harri!,   gritaron los foráneos y repitieron los presentes. Así es cómo Enrique Gómez  se quedó con  Harri para siempre.  Cuando se jubiló  publicó un artículo en el extra del Cruzado que concluyó diciendo: “Puedo meterme en un caparazón y la biblioteca no me necesitará para nada. Pero algunos días volveré a asomarme a ese pozo de sabiduría. Me inclinaré en su brocal y le preguntaré si se acuerda de mí. Es muy probable que diga que, no. Porque, parodiando a Jardiel, la vida no tiene ni freno ni marcha atrás”

Desde la Barbacana

Artículo publicado en el  Cruzado Aragonés el 03.05.2013, en la sección: Un instante, muchas vidas, por Francisco Molina Solana. Fragmento

 Entre el observador y la fotografía siempre hay un grado de interacción; si ésta recoge una imagen de nuestro entorno más Íntimo, de nuestra población, por ejemplo, el componente emocional adquiere primacía. Pero, ¿este proceso puede repetirse hasta el infinito, es decir, hasta la saciedad? Las imágenes – llamémoslas amables- de otros tiempos, nos atraen, nos liberan, nos sinceran o simplemente nos entretienen, pero ¿son tan inocuas como pensamos? La memoria, plena de recuerdos no del todo objetivos, como un sol decembrino nos lleva por caminos aparentemente luminosos, y si no lo impedimos a la nostalgia, tan adictiva como estocástica.
Y si al azar nos referimos, destacaremos de esta imagen tomada desde la Barbacana, en la década de los veinte del siglo pasado, el Circulo La Amistad, donde entre otras muchas actividades se jugaba a la ruleta, al bacarrá…. En realidad solo se aprecia un templete de los espléndidos jardines situados a considerable altura sobre el rio Vero, protegidos del abismo por un ligero pretil. Durante la época estival se daban elegantes bailes en el jardín y en sus lujosos salones. El Circulo La Amistad, ya existía en la segunda mitad del siglo XIX; ocupaba una amplia casa señorial con entrada enfrente del Palacio Episcopal, con una rica escalera imperial que daba acceso a unos salones amplios y de ecléctica decoración. Este edificio había pertenecido, desde el siglo XVI , a la familia Pueyo y en su fachada campeó el escudo de la familia hasta la década de los setenta del siglo pasado; cuando los descendientes se trasladan a Zaragoza, es cuando se instala el Circulo La Amistad, y más tarde las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Contiguo, el edificio de la Casa Consistorial, del que se aprecia uno de las torres y la fachada posterior, la del río; el edificio primigenio fue construido en el XV, por el alarife del Rey Fernando el Católico. Malogrado edificio que sucumbió ante la reconstrucción llevada a cabo en los años cincuenta del siglo XX, con el resultado que conocemos.
En la plaza Guisar destaca la fábrica de harinas de Manuel Español Castro; en este emplazamiento, con anterioridad, un molino maquilero hacía moliendas a cambio de una porción del grano, su maquila. Colindante al ahora llamado Moliné, en el número 4 de la plaza, la tienda de comestibles, vinos y aguardientes de Antonio Bistuer Domper, y la fábrica de gaseosas de Gregorio Micas Villamana, ya al borde del cauce del rio, completan la imagen.
Más allá del arrabal, resalta una línea verde que asciende por la carretera de Graus; por esta vía flanqueada por árboles, convertida en un agradable paseo hasta la acequia, transitaban los paseantes que la ocupaban sin temor al tráfico. En lo alto de la cuesta en 1942 se construye la casa de la familia Lacambra. Al inicio de la misma el asturiano Antonio del Valle Cueto, casado con la benabarrense Rosa Abbad Caso, levanta una vivienda en la finca recién adquirida; una villa neoclásica, con elementos modernista, edificada en 1914, y un jardín donde unos cipreses, con su longevidad romperán el horizonte; también en la instantánea se descubre la villa Adela, al borde de la actual calle Torreciudad. Todas estas edificaciones perduran y singularizan la fisionomía arquitectónica de la ciudad.
En lo alto de un árido altozano la retirada ermita de San Ramón aguarda mejores épocas.
Otro día hablaremos de los proscritos, del archivo fotográfico y documental de la Asociación de Comerciantes de Barbastro, del museo de la historia del comercio que pudo ser, y que debiera ser, del trabajo inconcluso de personas que creyeron, de nuestra tierra.

Plaza Aragón de Barbastro III

Artículo publicado en el  Cruzado Aragonés el 19.04.2013, en la sección: Un instante, muchas vidas, por Francisco Molina Solana. Fragmento

3. En la última fotografía, tomada en 1969, las vallas de cañizo acotan las obras de remodelación de la plaza, que se llevan a cabo según el proyecto del  arquitecto madrileño  Salustiano Albiñana Pifarré.  Se encarga de la construcción el maestro albañil-constructor José Ballarín Tornil.  En la edición del sábado 6 de junio de 1970 del periódico La Vanguardia, se lee:” Ha muerto a consecuencia de las heridas que sufrió en accidente de automóvil , el alcalde de Barbastro y diputado provincial don Rafael Fernández de Vega y Frago. Resultando heridos de menor consideración el arquitecto de Madrid don Salustiano Albiñana Pifarré….”.

En el local ubicado en el actual número 6 de la plaza, se proyectaban películas de cine mudo; en una de las sesiones Angel Tornes pudo ver a su padre que había intervenido en la Guerra de África, mi padre también lo hizo, en el desembarco de Alhucemas, maniobrando con acierto un camión Krupp de 45 cv. La carpintería de Antonio Pera Campodarve y la de Isidro Soler, ocuparon después este local.

La Plaza Aragón de Barbastro II.

Artículo publicado en el  Cruzado Aragonés el 19.04.2013, en la sección: Un instante, muchas vidas, por Francisco Molina Solana. Fragmento

2. En la segunda fotografía  datada en 1957, la urbanización de la plaza, todavía inconclusa, se ha realizado siguiendo los trazos principales del proyecto de Bruno Farina, pero con  modestia, en línea con su denominación: “los jardinetes”. En el cerramiento de la plaza se utilizan los sillares de los muros del antiguo edificio del convento de Los Paúles, que todavía subsisten en la plaza Aragón.

En 1964 el  Ayuntamiento de Barbastro se dirige al ingeniero barcelonés Carlos Buigas – diseñador de la Fuente Mágica de Montjuic- encargando un proyecto de fuente luminosa para los jardines de la estación de autobuses. Le comunican que la ejecución  deberá esperar hasta que dispongan de financiación. La fuente se inauguró en septiembre de 1967, gracias al arrobo del doctor José Ollé, quien encabezó el patronato pro fuente luminosa.

La Plaza Aragón de Barbastro I

Artículo publicado en el  Cruzado Aragonés el 19.04.2013, en la sección: Un instante, muchas vidas, por Francisco Molina Solana. Fragmento

 1.Los restos  del antiguo Convento de Los Paúles  – el muro perimetral – persisten hasta el año 1956;  la corporación municipal había ordenado, por medio de su alcalde Pascual Sanz, el derribo inmediato del edificio,  el día 3 de junio de 1936. La primera imagen –difícil de ubicar-, recoge trabajos de derribo y retirada de sillares de la construcción; varios operarios y vehículos ocupan la escena fechada en 1954. La empresa de Antonio del Valle Jordán es la adjudicataria de esta primera actuación.

Fruto de las políticas de desamortización se adjudicó al municipio de Barbastro, en 1842,el antiguo Convento de Los Paúles para dependencias públicas. En 1852 se establece el Seminario Conciliar en dependencias  sobrantes del edificio no utilizados por estos servicios, y en 1883 el Ayuntamiento cede la totalidad del  edificio al obispado. La Corporación municipal quiso recuperar en 1931 el convento para  instalar  un Instituto de Segunda Enseñanza. En aquellos tiempos convulsos, donde convivieron la inquietud y la confrontación, el miedo no sincerado y la quietud, no hicieron posible la conciliación; sobrevinieron episodios encadenados: desalojos, recursos, pleitos ante distintas instancias, y  asalto; con el resultado de la entrega definitiva del edificio al  Ayuntamiento el 3 de junio de 1936.

 En septiembre de 1948 el prolífico arquitecto zaragozano Bruno Farina, presenta un ambicioso proyecto de plaza y jardín público en el solar del antiguo Seminario –este profesional intervino en numerosos proyectos y  construcciones civiles en Barbastro, destacando la dirección de obra del Cine Argensola-. Concibe la urbanización de la plaza como una prolongación del paseo  ya existente y contempla la construcción de un kiosco para la música, en su extremo más alejado, el de la estación de autobuses, con  una estación de servicio para gasolinera y lubricantes y un kiosco de refrescos con su pérgola. También proyectaba un jardín con macizos de bojes recortados y árboles de sombra. La plaza se cerraría con un zócalo de sillería, pensando en aprovechar los sillares que resultaron del derribo del antiguo seminario.

Casa Cometas.

Artículo publicado en el Cruzado Aragonés día 08 de marzo de 2013, en la sección: Un instante, muchas vidas.

 La suave cuesta de la carretera de Huesca, flanqueada de árboles, salpicada de villas y vagos, se resistía  a  aquellos camiones que enfilando el Coso y necesitados de potencia, se apoyaban  en un  doble embrague que facilitara la maniobra. Se plantaban árboles en las cunetas de las  carreteras, en ocasiones en doble hilera, se decía para dar amenidad y belleza; después se dijo que eran un peligro y fueron desapareciendo.   

Resaltan en esta fotografía de los años veinte, la parte posterior de la finca de los Tarazona y la fachada de casa Cometas, ambas a pie de la carretera de Huesca, todavía sin asfaltar. En la primera  habitó la familia de Vicente Tarazona Fau, acreditado veterinario al igual que su hijo Vicente Tarazona Vilas. En el año 1962 se estableció en los bajos la Caja Rural de Préstamos y Ahorro de la Cooperativa Agrícola de 2º grado, germen de la Caja Rural Provincial de Huesca.

Justo Mora Campodarve –miembro de la familia Comas-, encabezaba sus facturas con el dibujo de un cometa  surcando el espacio,  en cuya cola se leía: Antigua Casa Cometas fundada en 1783. También anunciaba: fábrica de Alfarería; cocción perfecta en hornos modernos de tiro forzado; ladrillos de todas clases y baldosas. Tras el edificio de la familia Comas, en una nave paralela, se ubicaba la fábrica; en los años 30 ésta aparece inscrita a favor de su viuda. El resto de la manzana hasta la calle Carreteras la ocupaba, en mayor medida, distintas propiedades de la familia Lolumo. En los aledaños  también se emplazaba lo que llamaban “La rueda”, explanada con varias eras de pequeña dimensión donde se confeccionaban sogas: se trenzaba el cáñamo sujetando la guía al extremo de un poste y caminando hacia atrás.

En el número 58 de calle Carreteras, se situaba el edificio con galería que se aprecia en la imagen, de  Manuel Lolumo Abadía, próspero propietario e industrial que lideraba el listado de grandes contribuyentes a la Hacienda Municipal. Fue alcalde de la ciudad en el período  1902 a 1904.

Los hermanos Valle Raso, hijos de Mariano Valle Carruesco –quien  desde finales de siglo XIX  vendía materiales de construcción en el Coso-, eran contratistas de obras. En la carretera que vemos en la instantánea adquirieron cuatro solares lindantes; en el actual número 55, Ángel construyó su hotelito: Villa Josefina; en el  53, Ramón construyó la Casa Valle, fechada en el año 1928;  también éste último edificó  y habitó una finca, ya desaparecida,  de estilo modernista conocida por: “Casa de los Pensamientos” – apelativo inspirado en los ornamentos florales que adornaban su ondulante fachada- . Sobre el cuarto solar se proyectó una  edificación que el estallido de la Guerra Civil, dejó huérfano para siempre.

En la década de los años 20 abundaban en Barbastro  industrias de reducida dimensión, que requerían  escasa tecnología, y  abastecían el mercado local y comarcal. Destacaban la industria chocolatera y harinera; también se contaba con fábricas de encurtidos, de jabón y de aceite; Moisés Encinar Sánchez  producía lejías en su fábrica de la lindante calle Aneto; además, en distintos puntos de la ciudad se fabricaban: losetas hidráulicas, yeso, pastas para sopa y gaseosa.

En la matrícula industrial de esta década, quedó inscrito Constancio Rámiz Mur como titular de un taller de herrería mecánica en la Carretera de Huesca. En la parte derecha de la fotografía, entre el follaje de los árboles se llega a descubrir una esquina de su taller.  Publicado en Cruzado Aragonés día 08 de marzo de 2013.

La Fonda el Jardín

Lo primero que miramos – se nos va el ojo-, resulta ser accesorio; las dos figuras prácticamente uniformadas que caminan por la calzada adoquinada en dirección al centro  son un señuelo, aunque caminen juntas  en un  abrazo fraternal. Al fotógrafo le interesaba el contexto, y lo digo con rotundidad, ya que ese mismo día -24 de septiembre de 1957- toma varias vistas genéricas de la población; los planos secuencia suelen ser muy descriptivos, Berlanga, que era un maestro, nos brindó algunos ejemplos geniales.

La viuda de Rafael Pueyo  -Francisca Extraña Lacambra- regentaba la fonda El Jardín, ese acreditado establecimiento de excelente cocina y espléndidas habitaciones, que por el cartel anunciador colgado de la fachada del edificio no precisa mayor explicación para ubicarlo. En mi memoria algo distorsionada  era éste un lugar enigmático; veo como en las noches de verano, el jardín  de la fonda se poblaba de rutilantes siluetas  vestidas con trajes claros de lino y panamás, de señoras desfilando entre los árboles, arbustos,  y rosaledas, sorteando las luces de las farolas y las sombras de esta siempre cuidada floresta; era un lugar sofisticado.

Hasta 1960 la  S.M.A. –fundada en 1947- permaneció en la calle Monzón. Ese año se traslada a su actual ubicación, ocupando el edificio construido por la empresa de José María Mata en el solar que se observa en la fotografía y los jardines. Pero La Floresta ya llevaba unos años “ofreciendo al distinguido público sus fantásticas y ya tradicionales Bailes Verbenas”. La empresa formada por Julián Jordán, Santiago Plana y Lorenzo Pascua  explotaba en régimen de alquiler las instalaciones propiedad de Ramón Valle. En lo sucesivo La Floresta iría unida a la S.M.A. Era el baile, feliz liberación, metáfora para el olvido.

Vivíamos en frente, en la paralela calle Carreteras; por las noches  oíamos la música de las orquestas que tocaban en la Floresta, la mayoría de las veces nos producían un agradable efecto narcotizante; otras veces, pocas,  las cantinelas  enervantes prolongaban la vigilia de algún miembro de la familia.

Contiguo al edificio de la fonda,  la fábrica Texali producía almidones y féculas que se obtenían de la molturación del cereal. La empresa con domicilio social y accionistas de Valls, estaba regentada  por Pablo Giral. El interior de la fábrica presentaba  una perenne niebla alimentada por la manipulación del polvo fino que se obtenía de la molienda.

A la izquierda la elevada tapia con ornamento sobre los pilares del jardín de la casa Rech. El canónigo y abogado Ramón Rech Lloret tenía el despacho profesional en ésta casa con acceso por la calle Carreteras. Sobre su solar se construyó al cabo de unos años un enorme edificio, por todos  conocido, e inaugurado en el año 1968.

En la estación de autobuses concluida en el año 1955, todavía  se realizaban obras, como denotan los cañizos que vemos en  la calle; frontero:  la casa de la familia Murillo- Francisco Subías era de la opinión que albergó el primer convento de las Capuchinas de Barbastro- y a su costado el  taller de carpintería de Ramón Sallán Broto. Un Renault reposa aparcado al borde de la carretera.

Artículo publicado en el Cruzado Aragonés día 22 de febrero de 2013, por Francisco Molina Solana.

Cine Argensola II. Inauguración.

 

El espectáculo

Las condiciones objetivas no eran propicias para la explotación del negocio: la ciudad de Barbastro contaba al inicio de la década de los sesenta con una población de diez mil habitantes,  además la empresa Cortes explotaba el negocio de exhibición cinematográfica por medio del Cine Cortes y en menor medida con el Cine Gran Coliseo; tampoco la ubicación del edificio, en el ensanche de la ciudad, entre las calles A, D y F, alejado del centro y con la barrera psicológica  que suponía cruzar el puente del Amparo – sobre todo en invierno-, constituía de antemano ninguna garantía. Estos inconvenientes se vieron allanados por el auge económico que constituyó para la ciudad y su entorno  la construcción de la presa de El Grado y el canal del Cinca;  época de esplendor económico sin precedentes inmediatos; los fines de semana se llenaba el cine y todo Barbastro con los trabajadores que se desplazaban en autobuses fletados a propósito. También, y desde el inicio, se mantenía una buena relación con la empresa Cortes, que propiciaba acuerdos: en contratación, tarifas, o días de exhibición que atemperaba las dificultades de un mercado tan restrictivo.

Se contaba con unas instalaciones confortables y modernísimas y se proyectaban  con prontitud películas de estreno y celebridad, que Martín Solano, gerente de la empresa, con férrea disciplina  contrataba directamente en las distribuidoras de Barcelona; con todo, la sala se llenaba los fines de semana y fiestas señaladas en todas las sesiones. Para la contratación de películas estaba generalizado el sistema por lotes, que básicamente consistía en que para estipular un estreno a precio competitivo, te obligabas a exhibir un determinado número de películas de reestreno, de menor calidad o sin demasiada publicidad; éstas se exhibían en las sesiones de los días laborables aunque con frecuencia la cartelera era  muy sugerente. “El desencanto”, un film documental en el que Felicidad Blanc, viuda del poeta Leopoldo Panero, y sus tres hijos, en un  desgarrador relato, entrecruzan  sus recuerdos y arrojan feroces críticas al poeta fallecido en un asfixiante tono de decadencia y abandono. Esta película dirigida por Jaime Chavarri,  impactó al escaso público que asistimos a su proyección, una tarde de invierno, tras salvar el puente del Amparo, seguramente con niebla e intenso frío.

Siendo niña, Felicidad Blanc pasaba algunos días en Barbastro, “en una casa tristísima que daba a una calle muy estrecha” y una pequeña plaza en la esquina, donde había una tienda de juguetes. Se refería al número uno de la Calle San Ramón.  La familia del padre de Felicidad Blanc que era de origen francés, se refugió en Barbastro huyendo de la Revolución Francesa, y aquí, se quedaron, tanto los Blanc, como los Fortacin.-

Además había que vencer la competencia que suponía la rápida implantación de la televisión en locales públicos y domicilios particulares. En la memoria correspondiente al año 1963, se aprecia una ligera disminución de la recaudación, proponiéndose como solución, un incremento del precio de las entradas de trece a quince pesetas, materializándose al año siguiente.

En esta lucha por alcanzar una rentabilidad adecuada a la inversión consumada, se fueron incorporando, a medida que transcurrían los años, propuestas para completar el aprovechamiento; a partir de 1965 se contratan Compañías de Teatro y revistas de muy diversa calidad, sobresaliendo  las actuaciones de Antonio Machín o José Guardiola (años después, el 7 de septiembre de 1977 se estrena en Barbastro La Torna de Els Jublars); asimismo se incorpora la proyección de diapositivas en los descansos con anuncios, mediante la firma de contratos con  las empresas: Publicidad Anoro,  Cinemedia –por un importe de cincuenta mil pesetas anuales-, y con Cinedis.

Desde la inauguración y a lo largo de estos años, se practicó una continua y prudente política de mejora y mantenimiento del edificio, que lo mantuvo por la senda de la innovación.  Ante unos meses de continua pérdida de público, profundizada por la inauguración del Teatro y Cine Principal – inaugurado en el año 1970- , se acordó adquirir un equipo de proyección de películas de 70 mm  que requirió una inversión de un millón de pesetas, que se afrontó en un período de dos años. El novedoso sistema de proyección se inauguró en febrero de 1973 y como se puede observar, el efecto fue inmediato. El año anterior se inauguró el Cine Club de la SMA, dirigido por nuestro amigo Harry Gómez, proyectándose veinticinco películas por temporada.

Sala de Baile.

La explotación de la Sala de Baile y del Bar, en permanente simbiosis, constituyó desde la inauguración un pilar fundamental para el mantenimiento del negocio; la sala de baile,  atrajo constantemente la atención de un público fiel, que cada domingo abarrotaba la sala, hasta el extremo “que los porteros no dejaban entrar a nadie más”. La formula se basaba en una sala con una decoración acertada, un ambiente acogedor  y la contratación de orquestas o conjuntos que cuajaban con la concurrencia. Por la Sala de fiestas y Terraza de verano pasaron entre otras: la Orquesta Osca; Sol Poniente; los Diapason de Barbastro, conjunto compuesto en distintas etapas por: Francisco Encuentra, Javier Cosculluela, Llanas, Pardo, Luis Portigo, Gerardo; y por supuesto IV Dimensión , un clásico en la sala: “cada temporada gestionábamos la contratación con Martín Solano, siempre reacio a las subidas, y renovábamos el contrato hasta que concluyera la temporada, que se dilataba hasta el día de Pascua, cuando comenzaba el baile en la pista de verano de la SMA.”; la gran Orquesta Jazz Columbia, otro asiduo de la casa, representado por Fernando Badía, que ejercía de manager, con su cantor melódico Antonio Latorre  y el resto de componentes: Gerardo Perna, Antonio Lázaro, Agustín Auseron, Fidel Peirón, Antonio Lázaro y al acordeón Manuel Mora ( en las primeras actuaciones en el Argensola).

Antonio Latorre actuó asimismo  con los foncenses Conjunto Klippers en varias temporadas (en la fiestas mayores de 1963: sesión  de tarde: entrada caballeros 20 pesetas, señoras señoritas gratis; sesión de noche, caballeros 25 pesetas); después lo hizo con el  reclamo de ser el  “triunfador de Salto a la Fama de TVE 1965, procedente de Oporto Club de Madrid.”

La sala se utilizaba igualmente como salón de banquetes para bodas, comuniones y celebraciones, servidos por los restaurantes de la ciudad o por la misma empresa, ya que disponía de una completa cocina y operarios de restauración.

Se acometieron diversas reformas para mantener la sala en consonancia con los tiempos, intentando atraer a un público cada vez más joven; las orquestas dejaron paso a la discoteca y se remodeló la iluminación y acústica para complacer los nuevos estilos; a partir de 1972 el Argensola deberá competir con la nueva discoteca que la SMA y la Exagono del Hotel Rey Sancho Ramírez.

La inauguración

El pasado viernes, 24 de marzo, tuvo lugar la solemne inauguración del nuevo Cine Argensola. Bendijo las instalaciones y el local salón de espectáculos, el Eclmo señor Obispo, doctor don Jaime Flores Martín, ministrado por el señor cura ecónomo de la parroquia de San Francisco, don Marcelino Orús. El Prelado se congratuló, en expresivas y elocuentes palabras, del progreso cultural que un nuevo Cine puede suponer para una población, si el espectáculo de la proyección de películas se mantiene a la altura digna de honor y la moral; en este sentido, la iglesia bendice la obra. Terminó felicitando con el mayor cariño a la empresa CIARSA, siendo muy aplaudido por la numerosa concurrencia.

A continuación intervino, por medio de breve parlamento, el Presidente del Consejo de Administración de la empresa, don Manuel Sesé, para agradecer a autoridades e invitados su asistencia al acto de la bendición e inauguración del nuevo Cine; reconociendo los sabios consejos de algunas personas,  el esfuerzo de técnicos, artistas y obreros, y el dinamismo juvenil de los señores Solano y Viñola.

Acto seguido, fue ofrecido un vino de honor a las autoridades, representaciones y demás asistentes y se proyectaron películas de corto metraje, como prueba, y en obsequio de los invitados. Extracto de El Cruzado Aragonés, 1 de abril de 1961.

Incendio en el Cine Argensola

El lunes día 14 de agosto de 1978  se produce un incendio, que por todos los indicios se inicia en la zona del escenario, extendiéndose a la pantalla y cortinas, creando abundante humo que ocasiona cuantiosos daños y obliga a sustituir la tapicería de las butacas y paredes, quedando milagrosamente indemnes las cuatro vastas fotografías empaneladas. Una fuente, un junco navegando, el vuelo de unos pájaros, las lamas de una persiana, daban sosiego y abrigo al espectador, hasta que  las luces en penumbra daban paso a las imágenes.

Una de las fotografías de artistas que custodiaban el vestíbulo, desprovista de su marco, hizo –al parecer- de antorcha iniciática.

El siniestro calificado por la Nueva España, de provocado, causó daños de importancia e impidió la apertura de la sala para las fiestas mayores ya en ciernes.

Fragmento del articulo publicado en el Cruzado Aragones, extra de fiestas 2012.

Por Francisco Molina Solana

[album: http://www.francomolina.es/wp-content/plugins/dm-albums/dm-albums.php?currdir=/wp-content/uploads/dm-albums/Cine Argensola. Inauguracin y vida/]

El coso de Barbastro

Si ahora quisiera ejercitar la nostalgia, buscaría apoyo en una imagen como esta, las he visto similares en portadas de libros, con la niebla adquiriendo protagonismo; cuando caía sobre Barbastro, en mayor o menor medida, permanecía durante semanas, incluso meses; era un fenómeno recurrente.

La luz de esa mañana  permitió al fotógrafo tomar esta fotografía  de un Coso: níveo, desolado, y silente; un día no lectivo en la década de los veinte del siglo pasado.  Al fondo, entre la neblina, se descubre la silueta de la iglesia del antiguo convento de los Paúles, donde se ubicaba el seminario conciliar. Estos  bancos metálicos que observamos sobre el paseo perduraron hasta que, durante la Segunda República, se sustituyeron por otros de cemento,  y colocaron la barandilla de doble tubo metálica; los árboles se plantaron en 1886 siendo alcalde Ignacio Sambeat.

El Coso, construido en 1848, es el resultado de la elevación del túnel por el que transcurre soterrada, la alcantarilla mayor, desde el paseo hasta el río Vero; un entorno degradado, antiestético, lo que era un barranco fétido quedó convertido  en un paseo agradable, y con el tiempo, en el salón de la ciudad. Era una ambición más allá de lo estético, un anhelo de la burguesía.

En 1921 José Otto  Pala y Justo Fernández Aguas  ostentan la titularidad de sendas farmacias, el primero en la derecha de la imagen, la acera de los números pares, en el 10, hasta su fallecimiento a finales de los cincuenta, cuando se instalan en la farmacia el matrimonio Sereno-Montagut,  y el segundo al otro lado, en el número 7.  También en la acera de los impares,  Emilio Gabas, en el 13, vende y fabrica ataúdes a medida y hace de carpintero.

Pedro Frago ocupaba los bajos del número 22 del Coso, para ejercer de albarquero; esa  casa fue destruida por una bomba durante la Guerra Civil, en ella nació el alcalde Rafael Fernández de Vega;  concluida la contienda  el matrimonio formado por Ramón Cladelles y Cinta Curto, adquieren el solar y edifican la que llamamos casa Borruel.

En la década de los treinta a ambos extremos del coso  se situaban el Casino de La Peña, en el actual edificio de Ibercaja, y el Casino de Barbastro en el edificio situado en  la  misma acera,   al otro extremo, a ese edificio se le conocía como Casa Oncenon; al término de  la guerra civil Serafín Bistue Villar y Adela Solanilla Abizanda, adquieren la finca, la restauran y  modernizan el aspecto de la fachada; durante un tiempo albergó los comedores infantiles de Auxilio Social.  La fontanería de José Bardina, ocupó los bajos del  número 14 del paseo, también trabajaba con bombas de presión, aparatos sanitarios y proyectores de cine; en 1939 José Vidal alquila el local y se establece con el negocio de motocicletas La Unión.

En 1930 Antonio Valle Carruesco arrienda, por ochenta pesetas al mes, el local del edificio de su propiedad en el Coso 21, -donde había mantenido un negocio de ventas de materiales de construcción- a Cristino Larruga, para el  bar Victoria, que pondría de moda el vermú y la banderilla. En el paseo, desde  que se establecieron los primeros casinos y cafeterías, se colocaron veladores. En los del Victoria, a partir de los cincuenta, y  durante  años se reunió la tertulia capitaneada por Vladimiro Salinas y a la que asistían asiduamente: Francisco Zueras, Ángel Tornés, José María Pueyo, el doctor Naval, entre otros. Don Vladi acostumbraba a dibujar directamente sobre el mármol de los veladores. Los críos del barrio, en la década de los sesenta, quedábamos al acecho para admirar aquellos fugaces dibujos.  

Saturnino Arilla se estableció también en el Coso, en La Paz, hasta  el año 1945 que se trasladó al  Hotel Europa; ese mismo año se sustituyó  el suelo de arenilla y guijarros del paseo,  por un pavimento de losetas, obra de Clavería; era alcalde José María Nerín.

Ahora no hablaré de Harry Gómez y su geografía personal o sentimental, que de las dos formas la llamó; emotiva, magistral, efímera e inconclusa, con un capítulo dedicado al Coso; nada digo de la parte de afuera, por donde aparcan los taxis, más segura para los transeúntes que huyen del fuego cruzado de las miradas, ni de los camareros que sortean vehículos, ni del niño enroscado en la barandilla, ni de la música añeja de la Peña Taurina; nada voy a decir de todo esto; ya lo dejó escrito nuestro amigo.

Articulo publicado en el Cruzado Aragones del 22 de marzo 2013. Un instante, muchas vidas. Por Francisco Molina Solana.