Artículo publicado en el Cruzado Aragonés el 19.04.2013, en la sección: Un instante, muchas vidas, por Francisco Molina Solana. Fragmento
1.Los restos del antiguo Convento de Los Paúles – el muro perimetral – persisten hasta el año 1956; la corporación municipal había ordenado, por medio de su alcalde Pascual Sanz, el derribo inmediato del edificio, el día 3 de junio de 1936. La primera imagen –difícil de ubicar-, recoge trabajos de derribo y retirada de sillares de la construcción; varios operarios y vehículos ocupan la escena fechada en 1954. La empresa de Antonio del Valle Jordán es la adjudicataria de esta primera actuación.
Fruto de las políticas de desamortización se adjudicó al municipio de Barbastro, en 1842,el antiguo Convento de Los Paúles para dependencias públicas. En 1852 se establece el Seminario Conciliar en dependencias sobrantes del edificio no utilizados por estos servicios, y en 1883 el Ayuntamiento cede la totalidad del edificio al obispado. La Corporación municipal quiso recuperar en 1931 el convento para instalar un Instituto de Segunda Enseñanza. En aquellos tiempos convulsos, donde convivieron la inquietud y la confrontación, el miedo no sincerado y la quietud, no hicieron posible la conciliación; sobrevinieron episodios encadenados: desalojos, recursos, pleitos ante distintas instancias, y asalto; con el resultado de la entrega definitiva del edificio al Ayuntamiento el 3 de junio de 1936.
En septiembre de 1948 el prolífico arquitecto zaragozano Bruno Farina, presenta un ambicioso proyecto de plaza y jardín público en el solar del antiguo Seminario –este profesional intervino en numerosos proyectos y construcciones civiles en Barbastro, destacando la dirección de obra del Cine Argensola-. Concibe la urbanización de la plaza como una prolongación del paseo ya existente y contempla la construcción de un kiosco para la música, en su extremo más alejado, el de la estación de autobuses, con una estación de servicio para gasolinera y lubricantes y un kiosco de refrescos con su pérgola. También proyectaba un jardín con macizos de bojes recortados y árboles de sombra. La plaza se cerraría con un zócalo de sillería, pensando en aprovechar los sillares que resultaron del derribo del antiguo seminario.