La Fonda el Jardín

Lo primero que miramos – se nos va el ojo-, resulta ser accesorio; las dos figuras prácticamente uniformadas que caminan por la calzada adoquinada en dirección al centro  son un señuelo, aunque caminen juntas  en un  abrazo fraternal. Al fotógrafo le interesaba el contexto, y lo digo con rotundidad, ya que ese mismo día -24 de septiembre de 1957- toma varias vistas genéricas de la población; los planos secuencia suelen ser muy descriptivos, Berlanga, que era un maestro, nos brindó algunos ejemplos geniales.

La viuda de Rafael Pueyo  -Francisca Extraña Lacambra- regentaba la fonda El Jardín, ese acreditado establecimiento de excelente cocina y espléndidas habitaciones, que por el cartel anunciador colgado de la fachada del edificio no precisa mayor explicación para ubicarlo. En mi memoria algo distorsionada  era éste un lugar enigmático; veo como en las noches de verano, el jardín  de la fonda se poblaba de rutilantes siluetas  vestidas con trajes claros de lino y panamás, de señoras desfilando entre los árboles, arbustos,  y rosaledas, sorteando las luces de las farolas y las sombras de esta siempre cuidada floresta; era un lugar sofisticado.

Hasta 1960 la  S.M.A. –fundada en 1947- permaneció en la calle Monzón. Ese año se traslada a su actual ubicación, ocupando el edificio construido por la empresa de José María Mata en el solar que se observa en la fotografía y los jardines. Pero La Floresta ya llevaba unos años “ofreciendo al distinguido público sus fantásticas y ya tradicionales Bailes Verbenas”. La empresa formada por Julián Jordán, Santiago Plana y Lorenzo Pascua  explotaba en régimen de alquiler las instalaciones propiedad de Ramón Valle. En lo sucesivo La Floresta iría unida a la S.M.A. Era el baile, feliz liberación, metáfora para el olvido.

Vivíamos en frente, en la paralela calle Carreteras; por las noches  oíamos la música de las orquestas que tocaban en la Floresta, la mayoría de las veces nos producían un agradable efecto narcotizante; otras veces, pocas,  las cantinelas  enervantes prolongaban la vigilia de algún miembro de la familia.

Contiguo al edificio de la fonda,  la fábrica Texali producía almidones y féculas que se obtenían de la molturación del cereal. La empresa con domicilio social y accionistas de Valls, estaba regentada  por Pablo Giral. El interior de la fábrica presentaba  una perenne niebla alimentada por la manipulación del polvo fino que se obtenía de la molienda.

A la izquierda la elevada tapia con ornamento sobre los pilares del jardín de la casa Rech. El canónigo y abogado Ramón Rech Lloret tenía el despacho profesional en ésta casa con acceso por la calle Carreteras. Sobre su solar se construyó al cabo de unos años un enorme edificio, por todos  conocido, e inaugurado en el año 1968.

En la estación de autobuses concluida en el año 1955, todavía  se realizaban obras, como denotan los cañizos que vemos en  la calle; frontero:  la casa de la familia Murillo- Francisco Subías era de la opinión que albergó el primer convento de las Capuchinas de Barbastro- y a su costado el  taller de carpintería de Ramón Sallán Broto. Un Renault reposa aparcado al borde de la carretera.

Artículo publicado en el Cruzado Aragonés día 22 de febrero de 2013, por Francisco Molina Solana.

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